Según Oxford Languages, la comunicación es “la transmisión o el intercambio de información al hablar, escribir o usar algún otro medio”. Los adultos solemos utilizar sobre todo el habla y la escritura para conectar. Los niños suelen utilizar “otro medio”: juegan o utilizan el lenguaje corporal para conocerse. Los animales también hacen esto. Por suerte, el arte siempre ha estado ahí para tender puentes a través de diferentes medios de expresión.

Para la artista belga Stevie Dix, que pinta objetos y símbolos que son íntimos pero a la vez universalmente poderosos, la pintura es la forma en la que se comunica y encuentra conexión con sus pares. Sus influencias provienen del surrealismo, la animación y el expresionismo, y ha encontrado su propio lenguaje personal para expresar lo que sucede dentro de su cabeza y su corazón. Temas como la soledad, el escapismo o la salud mental se transforman en gruesas capas de pintura al óleo y cera. Esta técnica permite que las pinturas tengan cierto movimiento a la vez que transmiten intensidad.

En esta exposición individual, Dix expone obras de pequeño formato que actúan como un diario visual introspectivo. Algunas, como “Hyperlapse”, son sutilmente figurativas, dando mucho espacio a la imaginación e inspirándose en los pomos de las puertas de las casas modernistas o las rejas de las ventanas de ciudades como París o Bruselas. Estas obras transmiten algo oscuro, casi gótico, y apuntan al límite entre lo que percibimos como un espacio seguro, como nuestro hogar, y lo que podemos interpretar como poco acogedor, como el exterior.

El escritor francés George Perec escribió en 1974: “Me gustaría que hubiera lugares estables, inmóviles, intangibles, intocados y casi intocables, inmutables, arraigados; (…) Tales lugares no existen, y como no existen el espacio de vuelve pregunta, deja de ser evidencia, deja de estar incorporado, deja de estar apropiado. El espacio es una duda: continuamente necesito marcarlo, designarlo; nunca me es dado, tengo que conquistarlo”[1].

Las pinturas de Stevie Dix tienen una forma de conquistar espacios íntimos, sobre todo emocionales, a través de la representación de entradas o salidas, marcando la frontera como un lugar para explorar. La obra “A mental space”, que representa una ventana con una cortina flotante, empuja al espectador a imaginar lo que hay a ambos lados de ese portal, que puede funcionar como un trampolín hacia otro mundo pero también como barrera.

Otros símbolos recurrentes que retrata Dix son las flores, que transmiten una mezcla de belleza y melancolía, o una figura neutra que a menudo aparece con los ojos cerrados y participa en este viaje de autodescubrimiento para narrar una historia abierta. Un viaje que los espectadores también pueden emprender observando qué elementos de estas pinturas resuenan más con ellos.

Florence Rodenstein

[1] PEREC, Georges. “Especies de Espacios” (1974). 1999. Literatura y Ciencia, S.L. Pág.139.